A veces te encuentras con personas que te hacen recuperar (o te confirman, en las épocas de euforia) la confianza en el ser humano.
Son superhéroes escondidos detrás de miradas apasionadas pero gestos tranquilos.
Son amigos del poder, pero no para satisfacer un ego que mantienen a raya, si no para utilizarlo en favor de su causa.
Sienten como propios los problemas de otros, porque han comprendido que aquí, o nos salvamos todos, o no se salva ni dios.
Caminan de puntillas por una delgada línea entre la cordura y el delirio, no porque sean inestables, sino porque hay que hilar muy fino para cambiar el sistema sin salir de él.
Conocí a Faustino García Zapico, en Valencia hace unas semanas. Yo me sentaba a la mesa entre él y Pericles.
Mi atención saltaba dispersa y curiosa de un comensal a otro, hasta que la música de fondo de la historia de Faustino me atrapó.
“Faustino está llevando a cabo una transformación radical de las prisiones en España, convirtiéndolas en espacios educativos, frente al modelo actual de subcultura carcelaria que convierte a estas instituciones en escuelas de delincuencia…
El modelo está recreando dentro de la prisión una sociedad a pequeña escala, para que los internos aprendan a vivir y convivir como lo harían fuera de las paredes de la cárcel. Un aspecto clave en este nuevo modelo de prisiones es la redefinición del papel de los dos grupos principales: internos y funcionarios [de nuevo son las personas]…
La estrategia de Faustino es liberar el máximo número posible de módulos de la actual subcultura carcelaria. El proceso de “liberación” de un módulo de una prisión comienza con la construcción de una comunidad de funcionarios e internos que quieren vivir en un ambiente más agradable, gestionado por ellos mismos. Cuando la mayoría accede a participar en dicha comunidad, módulos enteros son rediseñados para dar cabida a estas micro-sociedades educativas, en fuerte contraste con el resto de la prisión…
Con la meta final de una reinserción social exitosa, Faustino ha promovido en paralelo la creación de una red de asociaciones, empresas e instituciones alrededor del proyecto que juegan un importante papel como intermediarios o mediadores sociales, ayudando a crear vínculos entre la prisión y el mundo exterior…
El modelo, ya se está implantando en otras siete prisiones en España, gracias al ejemplo de Villabona Instituciones Penitenciarias está promoviendo el modelo de Faustino como una Buena Práctica, brindando un apoyo firme a su expansión. A nivel europeo Villabona está también coordinando un proyecto denominado Making Spaces for Change (Creando Espacios para el Cambio) en el que participan otras cárceles europeas compartiendo diferentes modelos de intervención en prisiones.»
Quizás sí tenemos mucho que celebrar porque más allá del papel mojado, de los discursos vacíos, de los gestos hipócritas, de las falsas promesas, de las intenciones, declaraciones, condenas, tratados, alianzas…más allá de todo, hay superhéroes disfrazados de hombres y mujeres dispuestos a “microhacer” (por usar la recomendación de Yoriento en el post anterior) y que creen en algo parecido a lo que me dijo Faustino al finalizar la conversación:
“Este mundo va a la deriva, pero yo no voy a dejar de empujar en la dirección contraria”.
un colchón en el suelo, 



