El mundo está agitado. Esto es un hecho. Quizás no una novedad, pero la conectividad, la transparencia y la interdependencia hace que todo pase más cerca y que uno tenga la sensación de que la energía de los acontecimientos queme las conciencias, excite las reflexiones y nos sintamos protagonistas más o menos pasivos de lo que observamos y leemos en cualquiera de los soportes y dispositivos que nos conectan al mundo.
La caída del gobierno tailandés, la ascensión de Evo Morales, revueltas en Argentina, Ecuador y Perú, monjes budistas en el Tibet y Myanmar, las últimas elecciones en EEUU, las más cercanas protestas contra el plan Bolonia…son ejemplos de cómo la organización colectiva se hace fuerte frente a instituciones supuestamente mejor organizadas y experimentadas en la orquestación de las masas.
“Las marchas, manifestaciones y protestas callejeras son tan antiguas como la política misma, así que el hecho de que una muchedumbre salga a la calle a promover el cambio político, protestar, apoyar a su gobierno o tratar de derrocarlo no tiene nada de nuevo. Lo que es nuevo e interesante son las formas de convocatoria, organización y coordinación en las que se apoyan estas manifestaciones callejeras y los grupos que en ellas participan”
El texto y alguno de los ejemplos mencionados anteriormente están extraídos de un artículo que publicaba ayer “El País”: Turbas inteligentes
“Según el diccionario, turba es una muchedumbre de gente confusa y desordenada. Evidentemente, las nuevas tecnologías hacen posible que las turbas ya no sean ni confusas ni desordenadas”
En otro artículo de «El Pais». Se analiza como las voces en contra del Plan de Bolonia se articulan para analizar, debatir y exponer sus protestas.
“Lo que se está librando en los campus españoles es una desigual batalla de jóvenes que se comunican en trazos gruesos a través del correo electrónico, Tuenti y otras redes sociales, frente a unos administradores de la reforma que aún confían en el valor de una seca nota explicativa en el tablón de anuncios para difundir los cambios. En el campo de la comunicación, las instituciones están perdiendo por goleada”
“Lo que necesitamos es darnos cuenta de que ahora mismo tenemos poder” dice Susan George.
Pero, ¿Cómo pasar de la preocupación a la acción desde la ciudadanía?, se pregunta Juan Freire, preocupado por el deterioro institucional de la educación y la política.
Pues, a pesar de lo que pueda parecer a tenor de tanta tensión, tanta frustración y tantas ganas de cambiar las cosas, no necesitamos una revolución dice Susan George, que nos da una lección de pragmatismo en un video que he encontrado en el blog de Pablo Aretxabala
“Lo que necesitamos es darnos cuenta de que ahora mismo tenemos poder…Y tenemos que ponernos de pie y decir: esto no va a seguir así, queremos algo a cambio… Ya basta!. Ahora vamos a organizar el mundo de una manera diferente”
«¿Cómo pasar de la preocupación a la acción desde la ciudadanía?»
Creo que todos debemos dedicar más tiempo a microhacer, que a pontificar sobre lo que se debería hacer.
De hecho podría decirse que si se puede empezar desde algún sitio es desde aquí, desde los doscero, por qué no?
Y la victoria de Obama ha tenido mucho de eso…
Totalmente de acuerdo.
Creo que la impotencia tiene que ver con la abrumadora cantidad de información y estímulos que tenemos, la visión macro que nos facilitan las tecnologías, y la incomparable (en dimensión) limitación de nuestras microacciones. No sé si me explico.