La banda de Pdfeu

cupulatorreHace días que terminó la conferencia Personal Democracy Forum… Que terminó el encuentro, porque sus ecos, crónicas, enlaces, recuerdos y conversaciones…zumban por la red como una sombra que se alarga sin remedio.

No pretendo contribuir a la ingente cantidad de contenidos que se han volcado sobre la parte pública de la conferencia. Los que pudieron asistir, lo han hecho sobradamente. Quiero cerrar, con un punto y aparte, mi experiencia compartida con un grupo de compañeros, para organizar esta convocatoria.

Los dosviajes a NYC este año con los compañeros de NuestraCausa consolidaron la celebración en Barcelona de esta conferencia. Pero no fue hasta mediados de agosto que una llamada Telefónica de Andrew Rasiej advirtiendo a Marc López “It’s no time to relax” convulsionó nuestras vacaciones a la española y nos puso en órbita para empezar a activar la maquinaria.

Siempre he pensado que los proyectos no existen hasta que no se conforma el equipo. Y este empezó a consolidarse poco a poco al más fiel estilo Ocean’s 11 (algunos más en este caso). Personas que conocíamos los del primer núcleo, gente que se ofrecía, unos que se traían a otros…y así como si de una Jam session improvisada se tratara, fuimos montando la banda.

La gestión de ponentes (viajes, alojamiento, agendas…), el diseño de contenidos, la campaña de marketing y promoción, La gestión de la prensa (acreditaciones, entrevistas concertadas..), la gestión económica de la sponsorización, la preparación de la Torre AGBAR (tecnología, mobiliario, logística, seguridad…) y del hotel continguo, cartelería, imprenta, catering, gestión de inscripciones y registro con diversos grupos especiales, la logística del evento en sí (políticas de seguridad del edificio, movimiento de personas en varios escenarios, protocolo de recepción de personalidades públicas…) …En fin toda una juerga.

La tensión fue en «crescendo», durante las semanas previas, especialmente cuando nos acoplamos con el equipo organizador de la conferencia en NYC, de forma cotidiana, con horarios diabólicos que nos convertían en una oficina abierta 24 horas al día. “Bienvenidos al día de la marmotarecordaba Marc Garriga en un post, rememorando una de la bromas habituales de los últimos días.

Los proyectos, a veces, entran en dinámicas tan fascinantes como perversas. Ocurre cuando (y especialmente de forma colectiva), coges tal velocidad y concentración que el resto del mundo pasa a gran velocidad a ambos lados de la capsula del cohete dónde tú y los tuyos compartís un viaje, unos rituales, una experiencia común, un aprendizaje y un ecosistema de relaciones tan cohesionadoras como adictivas. No recordaba la experiencia desde que me dedicaba a proyectos de implantación de software, durante las fases previas al arranque.

La noche antes de empezar todo, mientras organizábamos los últimos preparativos en la Torre, Marc López me preguntó “Todo bien?” le contesté que sí, que empezaba a perder el control. Se puso pálido pero en realidad era la mejor de las premoniciones: El control, lo tomó el equipo.
Empezaron a agruparse según un primer cuadro de posiciones, tomaban sus propias decisiones y resolvían detalles difíciles de prever en una planificación a priori.
Un equipo funciona cuando deja de necesitar mirar a un punto fijo para movilizarse (parece obvio pero no lo és, a veces el liderazgo se confunde con omnipresencia y dependencia). Esa actitud del grupo salvó todos los obstáculos de la carrera que nos íbamos a dar los dos días siguientes. De vez en cuando había que tomar una “executive decision” (otro de los gags comunes), pero la autonomía y la diligencia con la que ese equipo trabajó me sigue haciendo sonreír después de tantos días.

Contagiaron al estricto personal de AGBAR que se integraron con nosotros olvidando los límites contractuales y hasta los uniformados hombres de seguridad (los conozco, son serios de profesión) nos lanzaban sonrisas cómplices cuando por cansancio o despiste dejábamos la puerta desatendida y corríamos a su llamada para identificar a alguien no acreditado.

Hay mil anécdotas que harían largo y pesado este escrito, que sólo pretende ser un tributo a aquellos con los que comparto cierto vacío post-traumático estos días, que me recordaron que el sentido del humor no está reñido con el rigor profesional, y que un grupo de personas comprometidas y entusiastas son capaces de cualquier cosa.

Va por vosotros

Marc López
Gemma Urgell
Marc Garriga
Ikuska Sanz
Miriam Alvarado
Clement Paume
Edgar Rovira
MArc Pallarés
Joakim Vivas
Ana Fernández
Chris Pinchen
Nuria Jové
Susana Berniola
Anna Zaera
Sergi Sabate
Ana Salazar
Laura Bononchini
Antonella Napolitano
Meritxell Fuster y Jordi Sánchez (AGBAR)
Irina González dirigiendo al equipo de cámaras de la URL Blanquerna
Los chicos de CivicoLive de Birmingham
Y desde NYC Andrew Rasiej, Micah Sifry y Anthony Russomano

Duelo de consultores

Luke_LeiaHoy he desayunado con un colega, un consultor, podríamos acusarlo de “industrial” Me permito la licencia por los años de respeto, admiración y afecto mutuos, pero ciertamente enfocamos la profesión y la vida de forma diametralmente opuestas.
Quizás por todo ello, la conversación es rica y apasionada, la que se da “entre aquellos que no ignoran lo mismo” como dice Wagensberg

Hace un año aproximadamente me invitó a impartir una de sus clases sobre Administración electrónica y eGovernment en un postgrado, no recuerdo dónde la verdad. Buscábamos el enfrentamiento dialéctico en directo para estimular el debate en la sala y nos divertimos (los alumnos más).

Y la semana pasada se coló en un seminario que Elena Sanz Marc Garriga y yo preparamos para alumnos del IESE, sobre entornos 2.0 en las organizaciones y amenizó la tarde cada vez que levantaba la mano, para replicar un argumento.

Es más un juego de roles que define nuestra relación que divergencias de fondo, pero desde que voy por libre, he rechazado cordialmente trabajar con él, porque aunque es uno de los mejores consultores que me he encontrado en años, me da pereza enfrentarme a un conflicto de valores en pleno proyecto.

Hoy hemos dedicido encontrar lo que nos une, para colaborar. Yo que nunca estoy segura de nada, me he alegrado de encontrar en él la disposición a cuestionarse algunas certezas. Así que desde la humildad de la duda y las ganas de experimentar, empezaremos a re-conocernos.

Me encantará explicarle a Luis como resulta una implantación de SAP a la artesana 😉 Sé que lo primero con lo que vamos a “enfrentarnos” es a la liberación y la apertura de la información.

Yo, salvo restricciones del cliente, no me cuestiono publicar mi trabajo; para él, para ellos, representa un activo, algo en lo que se invierten unos costes y que tiene valor en sí mismo como ventaja competitiva ante otras empresas.

“No publicaré mis métodos, mis ideas, mis conclusiones, porque alguien las puede copiar y aprovecharse de mi esfuerzo”

Es una reivindicación aparentemente lógica aunque muchos pensemos que el talento no es transferible, que la sabiduría que da la experiencia no se puede copiar, que las palabras sobre un documento no son exactamente conocimiento, o que pensar que la aportación de terceros no puede mejorar tu producto es algo entre la ingenuidad y la arrogancia. Si, pero…

Hay un pero respetable y es la falta de reciprocidad. Los que nos movemos en entornos “abiertos” estamos obligados a reconocer que por mucho que tú publiques, es más lo que recoges que lo que das. Es una cuestión de masa crítica. Y esa generosidad colectiva estimula (o al menos no bloquea) la propia. En su entorno, dónde aún reza la máxima de que la información es poder, esa compensación no se dará, o tardará mucho tiempo en ser equitativa y culturalmente aceptada.

Además nosotros reutilizamos con mucha más creatividad y libertad que ellos, sujetos a procedimientos y metodologías propias y rígidas que difícilmente se verán enriquecidas con lo que “encuentren” ahí fuera. Así que esa ventaja también se ve mermada.

Otro factor que influye es la administración del prestigio, la visibilidad, la reputación. La nuestra basada en la calidad de los contenidos y en la conectividad y la suya en el balance de su cuenta de resultados. Sus marcas y su capacidad comercial se desarrollan por mecanismos distintos a los que encontramos en la red.

Y quizás hay algo más que tiene que ver con las fronteras de tu foco de interés. Más allá de réditos, estrategias compensatorias y retornos, a mi me preocupa el mundo y si el conocimiento compartido ayuda colectivamente a avanzar hacia una mejor comprensión de nuestros retos como sociedad (evito especie, aunque es lo primero que he escrito), pues bienvenido sea el copyleft. Así es como yo entiendo la responsabilidad social corporativa de mi empresa unipersonal, algo difícilmente compartido por una organización como la de mi colega.

En fin, que me ha dicho que pronto se abre una cuenta en twitter, así que ya os lo presentaré para que me ayudéis a sacarle del lado oscuro de la fuerza.

Actualización 17/10/09:

Vía David Sánchez Bote

 

Pasión Artesana

tornilloMi padre era Artesano. Bueno aún lo es porque aunque no ejerce ya una actividad profesional, la virtud le sigue acompañando en una madurez difícil pero serena.

Era mecánico tornero, y parece ser que de los mejores. Amaba lo que hacía.
Desde niño le apasionaban las formas que podía adoptar el metal. Su madre, siempre cuenta que se pasaba la vida remendando sus bolsillos que se rompían cada dos por tres, debido a que mi padre iba recogiendo por la calle tornillos, tuercas y demás golosinas, para desesperación de mi abuela.

Trabajó en la industria de forma eficiente y terminó de jefe de taller respetado y admirado por el personal, los proveedores y los clientes, pero frustrado por unas condiciones que le impedían hacer las cosas, todo lo bien hechas que merecían aquellas piezas que él trataba como si tuvieran vida.

Este verano he leído “El Artesano”, que se ha convertido en material de referencia y debate entre la comunidad de colegas cercanos. En él Sennet sostiene cosas así “Para el defensor de la calidad absoluta que hay en todo artesano, cada imperfección es un fracaso”.

Finalmente mi padre se armó de valor, dejó la industria, compró algunos tornos, fresas, taladros y otros cacharros para las segundas operaciones y montó un pequeño taller. Era conocido y reconocio en el sector(tenía una buena red), era un profesional de élite (quizás en un sentido distinto al que asociamos con facilidad esta palabra), y un sentido de la responsabilidad incorruptible. Le venían a buscar a su pequeña trinchera, ofreciendole trabajos mucho mas rentables pero el se quedó, y a pesar de que el negocio nunca fue un éxito, él era feliz.

Lo explica, volviendo a una referencia de Sennet, C.Wright Mills, sociólogo de mediados del s.XX: “El trabajador con sentido artesanal se compromete con el trabajo por el trabajo mismo; las satisfacciones derivadas del trabajo constituyen su recompensa; en su mente, los detalles del trabajo cotidiano se conectan con el producto final; …el trabajo se relaciona con la libertad para experimentar; por último, en el trabajo artesanal, familia, comunidad y política se miden en función de patrones de satisfacción interior, de coherencia y de experimentación”.

Convertimos nuestras habilidades (en el mejor de los casos) en una forma de ganarnos la vida, pero aunque sea atrevido y casi frívolo diré que la vida no te la ganas, la vives. Y si la vives con coherencia, disfrutando de lo que haces, encontrando aquello que te produce una extraña “satisfacción interior”, la vida está ganada.

Espero no dejarme a ninguno de los compañeros que están estos días hablando sobre la Consultoría Artesana. Aquí tenéis algunos hilos de los que estirar por si os interesa la reflexión:

Declaración Artesana
Soledad Artesana…dichosa soledad
Declaración de Consultoría Artesana
Aprender a aprender, aprender a ser, aprender a compartir
Consultoria Artesana, una Comunidad de Práctica

y a pesar de «Difícil que es la reflexión colectiva», estos y muchos otros, vamos avanzando en este debate milenario sobre el ser y el hacer.