Hoy, tomando un café con un amigo, en una de esas conversaciones por las que vale la pena levantarse por la mañana, me he emocionado al escuchar su reflexión sobre un amigo comú (no puedo citarlos debido a una incoherencia no resuelta).
Uno decía del otro:
«Hay pesonas que son como torrentes de agua, que necesitan, incesantes, encontrar un camino natural. No se les puede parar, la fuerza del torrente es arrolladora.
Si los intentas controlar, el agua se estanca, se pudre, se envenena y nadie puede saborearla
Es mejor dejar que corra, que busque a los océanos, que riegue lo que encuentre a su paso, y que vaya a parar a lugares donde florezcan nuevas fertilidades. Es bueno para todos»
Si, pero a veces ese torrente arrastra cosas a su paso y, si estás en la orilla mirando, te dejará una sensación de pérdida.
Distinto es si vas en un kayak en medio del torrente …
Kitty, la sensación de pérdida, humedecía los ojos de mi amigo.
…y los míos (reconozco tu sensación)