Historia en directo

Imagen+1-1Hace tres días recibí un correo de Vicent González (Santi), nos presentaba una idea: Él y un grupo de amigos, habían decidido poner en marcha un experimento sobre el uso de redes sociales (Twitter concretamente) para recordar colectivamente el 23-f.

La idea es retransmitir por Twitter el próximo 23-f como si aún estuviéramos en 1981. De hecho, como si en 1981 hubiéramos tenido Twitter. Minuto a minuto. Dando todos los detalles de lo que ocurrió justo en el mismo momento del día en que ocurrió y crear así una experiencia colectiva. Nuestra intención no es para nada abrir debate político sino que la experiencia sirva como plataforma para compartir un momento pasado colectivo a partir de vivencias individuales. Particularmente solo recuerdo que mi madre tenia miedo y que yo no entendía pq no iba al colegio. Cada cual tendrá sus recuerdos y todos pueden ser puestos en común utilizando Twitter”.

En su correo decía también no haber tenido más tiempo para su desarrollo “porque tuvimos la idea este domingo y disponemos de poco tiempo libre”. Alucinante

A pesar de esto, esta semana la blogosfera se ha llenado de referncias, al día siguiente salieron en portada de 20 minutos y en Gente digital y tienen todo apunto en su página web y 229 en estos momentos en su canal de Twitter.

Como siempre, el proyecto lo dice todo de sus emprendedores.
Mi enhorabuena por la pasión y por la experiéncia que os lleváis.

COOP 2.0

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Esta semana se celebra en Gijón el «II Encuentro Internacional TIC para la Cooperación al Desarrollo».

Podéis ver la agenda y todos los detalles a aquí.

No podré estar todos los días ni he tenido demasiado tiempo de prepararme para ello, así que haré (haremos) la crónica en directo.

Haremos, porque ya en el aeropuerto de Barcelona, me encuentro con algúnos amigos que se van para allí.

Contaremos. Pero será mañana, que el avión sale dentro de muy poquitas horas y hace rato que miro preocupada el reloj.

Buenas noches.

Un día femenino

mujeresVengo de una comida-reunión de negocios. De negocios con mujeres.

No suelo hacer apología de la feminidad. Puede parecer desagradecido con generaciones anteriores o insensible a una realidad dónde aún hace falta discriminación positiva, pero siempre he pensado que el mejor tributo a la lucha de las/los que me precedieron es una silenciosa normalidad y un conquistar haciendo más que reivindicar explícitamente aquello del womenomics que tan bien explican otros.
Una posición discutible (la mía) en cualquier caso.

Como antecedentes, decir que jamás he sido muy consciente de mi propio género (en el terreno profesional, claro, que humana sí que soy). Un entorno profesional que desde la escuela, fue predominantemente masculino. Ni del propio ni del ajeno.
Igualaba a las personas por sus características humanas y profesionales y distinguía poco entre hombres y mujeres, incluida yo misma.

Decir también, que cuando me he encontrado con mujeres, muy pocas veces, por no decir ninguna, se ha establecido esa rivalidad tan tópica que nos hace parecer fierecillas descontroladas para deleite de algún misógino atormentado. Al contrario, los celos, la competitividad mal entendida, los golpes bajos, han caído más de hombres que de mujeres, y esto no es una agresión a los hombres, es una defensa de ellas, con la que es más habitual la complicidad y la colaboración que la discordia.

Hoy he conocido a dos mujeres empresarias, emprendedoras, inteligentes, sensibles, comprometidas socialmente, con la que he compartido intereses, proyectos y visión del mundo y de los negocios. Y no he podido evitar sentir, entre otras cosas, que se establecían entre nosotras flujos de comunicación, sensaciones y complicidades, condicionadas por el hecho de ser mujeres.
Cuesta explicarlo mejor sin entrar en el detalle de una conversación riquísima, que no viene al caso aquí.

No desvelaré su proyecto, no antes de que lo hagan ellas (y ellos que también los tienen) o de que nuestra relación profesional me permita tener mejor criterio sobre sus estrategias de comunicación. Pero están convencidas de que tienen el coraje, la experiencia y las competencias para cambiar el mundo, o al menos, el pedazo de mundo en el que les toque influir, y pisan fuerte y con conocimiento de causa.

En fin, una lección y un placer.

Subía en el autobús Paseo de Gracia, en un día soleado y cálido en Barcelona. Los escaparates lucían ya los colores pasteles que vestirán esta primavera, y yo sonreía sin saber muy bien por qué.