Qué temas verdad?. Que se puede decir que no se haya dicho ya?. Pero el caso es que es una reflexión recurrente que me encuentro haciendo (en solitario o en conversación con otros) a cada paso que doy.
“Pero dónde encuentras a la gente?”, me preguntaba un amigo ayer.
Cuando estás trabajando en una organización es fácil establecer las relaciones profesionales. La empresa, de hecho, lo hace por ti. Te contratan y te asignan a un equipo, a un departamento, a un área, a un territorio, a unos clientes… Y alguien ha decidido previamente, los flujos de relación y comunicación. Claro que existen las comunidades informales dentro de cualquier organización pero la estructura está clara y garantizada (para bien o para mal).
Los valores, están condicionados por la genética de la organización. Por mucho que nos empeñemos en diseñar una cultura corporativa, ocurre que al final, la organización responde a una combinación casi mágica que va más allá de la suma de sus componentes y muchas veces a pesar o en contra de ellos.
Los líderes (por unificar conceptos) también están decididos y asignados a sus equipos.
Cuando sales de la zona «protegida», todo eso cambia:
A tus compañeros, por responder a la pregunta de mi amigo, te los encuentras por el camino, o ellos te encuentran a ti. Utilicé en la conversación una metáfora que creo que sirve: Es como hacer una peregrinación, un Camino de Santiago, dónde todos caminamos juntos, a velocidades distintas, con mochilas diferentes, pero conscientes de que en el trayecto dependemos, de una forma o de otra, los unos de los otros.
Nos encontramos en las posadas y conversamos y surgen afinidades, complementariedades o incluso competitividades, pero ni siquiera esto último, se vive (salvo en tristes excepciones) con agresividad o deshonor.
Los valores, son personales. No hay un ecosistema condicionador. Y cómo al final los negocios y los proyectos se hacen entre personas, es todo bastante más claro. O se comparten valores o no hay tema. Forzar una relación comercial entre personas que no comparten una mínima visión y formas de hacer, es un riesgo altísimo, y en el mejor de los casos, un desgaste para todos.
Si el dinero es lo único que nos une, vamos mal. Es como un matrimonio de conveniencia. No sé, yo no quiero gastar ni un segundo de mi tiempo en protegerme, en defenderme ni en dudar de mis compañías. Quiero relajarme, disfrutar con ellos y concentrarnos en los proyectos. Y creo que esa confianza mutua está basada fundamentalmente en valores comunes.
Y vamos con el liderazgo, porque cuando sales de una organización, al lider lo escoges tú. Sigues a quien quieres porque es capaz de aportar todos esos ingredientes que sabemos sobre el liderazgo. “El compromiso se asume por convencimiento no por imposición«.
La cita está extraída de un artículo de este sábado pasado en El PAis : “¿Cómo es el líder empresarial del siglo XXI?” que no encuentro en formato digital, lo siento. Si alguien lo encuentra que lo diga.
Algunas delicias más del artículo:
“No les da miedo contar con gente mejor que ellos. Saben hacer y conservar equipos humanos, la clave de cualquier negocio. No están atados por convencionalismos en sus actuaciones empresariales, y priman la inteligencia y el conocimiento por encima de todo”.
“El liderazgo no debe confundirse con la fama, el carisma o las hazañas”.
“El hecho de ser jefe no significa necesariamente ser líder…Se puede quedar en lo estructural, es decir en ejercicio de poder”.
Esto es a lo que me refería, en la producción extramuros, no hay estructura que abone el ejercicio del poder. Así que aquí fuera a falta de jefes, es más fácil identificar el liderazgo.
“El liderazgo es más que una habilidad o una técnica. Es un estilo de vida o una forma de pensar, lo detenta aquella persona que consigue que se hagan las cosas, que se cambien, que se innove y que se mejore”.
En el siglo XXI el lider “tendrá que ser un facilitador, un integrador…dar soporte, liberar el máximo potencial de cualquier persona, firme en su esencia interior, abierto a la escucha activa y generador de confianza mútua”
Cuando comparo mi entorno actual con el que he vivido en las organizaciones, llego a una extraña conclusión. Allí la cosas funcionaban cuando éramos capaces de trabajar como se trabaja aquí fuera : Cuando te encontrabas con gente con quien crear comunidades alrededor de los proyectos, Cuando el grupo compartía valores y se olvidaba de las luchas de poder, Cuando teníamos un líder que era algo más que un jefe y Cuando de alguna forma, teníamos la sensación de que emprendíamos algo propio.
Quizás esas organizaciones pueden observar lo que pasa ahí fuera y adoptar modelos que aunque parezcan muy innovadores, hay ya recorrido, experiencias y casos de éxito por todas partes. Ya no hay razón para el miedo y demasiadas para reaccionar cuanto antes.
Las mujeres de
Hace días que no escribo, lo noto en que mi cabeza se desordena y acumulo reflexiones, ideas y experiencias que no terminan de consolidarse hasta que no les doy forma con el lenguaje.


