Clientes-Socios de Conocimiento

Esta semana Maria Salamero responsable de Gestión de Conocimiento del grupo AGBAR, explicaba en el CEJFE el proyecto del mismo nombre en el que AGBAR se embarcó hace dos años, cuando me invitaron a colaborar con ellos, justo recién creada el área que dirige Salamero, para dibujar la hoja de ruta de lo que sería un ambicioso plan de transformación de la compañía con el conocimiento como eje central del cambio.

Durante estos dos años se han ido implantando una serie de iniciativas (entornos de trabajo colaborativo, plataformas tecnológicas, desarrollo de nuevos liderazgos, formación en habilidades digitales…) que Maria Salamero explicó con el rigor con que una directiva de verdad puede explicar un proyecto de verdad, concebido para ser funcionalmente útil y no estéticamente atractivo.

Es una de las cosas que más le agradezco a esta experiencia, es que sea un proyecto de verdad , algo que depende tanto de los profesionales como de los clientes que los co-crean e implantan.

Ocurre con este tipo de proyectos, y es de esto de lo que quería hablar que la relación cliente-proveedor mantiene sus rigores mercantiles, pero se matiza cuando empieza el intercambio de ideas y conocimiento en la creación conjunta de un proyecto dónde se invierte algo más que dinero (en el caso del cliente) y horas (en el caso del proveedor). El proyecto, en realidad sería otro distinto si no estuviéramos participando en él las personas que lo hacemos. No las empresas, si no las personas con nombre y apellido que han ido aportando su grano de arena a cada una de las líneas de trabajo del proyecto. Esto puede parecer obvio, pero no es trivial, porque más allá de los portfolios de servicios, de las ofertas más o menos empaquetadas, de las culturas de las empresas, de las supuestas metodologías, al final, el proyecto va a parecerse a las personas involucradas en él, esa es la pura, alarmante y fascinante realidad que constato una y otra vez.

Recuerdo que muy al principio, en una reunión de explicación del proyecto a un grupo de directivos de AGBAR, alguien me preguntó : ¿Cuántas veces has implantado este proyecto?, le contesté la verdad: nunca. Me fui a casa preocupada por si mi respuesta podía hacer que perdiera un proyecto que obviamente deseaba intensamente hacer.

Hoy sé que si cualquier otra compañía, aunque muy parecida a AGBAR y con las mismas necesidades me planteara los mismos retos y me preguntaran, ¿Cuántas veces has implantado este proyecto?, seguiría respondiendo (quizás con algo más de seguridad) nunca.

Me gusta pensar (me ayuda a trabajar) que en estos casos no tengo clientes si no socios de conocimiento. Personas que aportan recursos, para que los profesionales aportemos otros y juntos co-diseñar proyectos e implantarlos en sus empresas. En realidad son redes inter-empresariales con estos socios-clientes para co-crear estrategias y aplicar soluciones.

Por resumir, el conocimiento no se compra ni se vende, se comparte para generar valor y cada uno (cliente y proveedor) aporta los recursos que tiene para hacer viable un proyecto que difícilmente volverá a repetirse.

El camino de los Generalistas

pensadorLa configuración de nuestra identidad profesional se va desarrollando a medida que transitamos equipos, proyectos, empresas… Venimos con el bagaje unificador y siempre insuficiente de los estudios cursados, pero es luego, al hacer uso de nuestras habilidades técnicas y emocionales para aplicar ese saber teórico a las diversas situaciones que nos encontramos, cuando vamos definiendo nuestro Yo en los entornos profesionales.

 

Pero hay quien lo tiene más fácil y hay quien lo tiene más difícil. Y no hablo de dificultades laborales, si no de la dificultad de “encajar” dependiendo de cómo se hayan diseñado y desarrollado nuestras competencias.

El camino no está igual de claro para todos.

 

Los generalistas tardan más en entender quien son y qué son para lo demás y para sí mismos. Es una cuestión de complejidad: demasiadas opciones, demasiada diversidad, demasiadas conexiones. Quien puede hacerlo todo es fácil que acabe no haciendo nada (son puntos opuestos de un mismo círculo).

Es mucho más fácil (en este sentido) para aquel que se especializa en un tema concreto y disfruta profundizando en una práctica que tiene los límites conceptuales más o menos acotados.

 

En las empresas, en los equipos, necesitamos generalistas y especialistas, pero pienso que son los primeros los que requieren más atención. Son imprescindibles y son los que más sufren más hasta que definen esa identidad profesional que les dará la seguridad necesaria para desenvolverse en los equipos y los proyectos.

 

Un generalista contribuye de manera más indirecta a los procesos de producción. Es alguien que difícilmente vivirá las satisfacción intelectual que supone dar una respuesta técnica efectiva a un problema concreto, que difícilmente podrá definir los límites de su responsabilidad en un proyecto, su ámbito de actuación y competencia. Son los que se quedan pensando antes de responder al “y tú quien eres?”

 

Los generalistas salen de las carreras académicas con una mente bien configurada para la reflexión, el análisis crítico, el criterio, la abstracción y la conceptualización, pero tardarán tiempo (un tiempo siempre angustiante) en sentirse útiles. Ese sentimiento del que ve cómo su conocimiento aplicado genera valor.

 

Siempre sabrán un poco de mucho y nada del todo. Sus inquietudes son dispersas, beben de muchas fuentes y se apasionan por todo lo que encuentran por el camino. Sueñan con vidas paralelas y dudarán de por vida sobre su verdadera vocación. Poco a poco entenderán que pueden hacer casi de todo, pero nunca solos, necesitarán siempre a los especialistas a esos que admiran por la profunda verticalidad de su conocimiento

 

Yo admiro a ambos, mi formación es una ingeniería, pero mi mente es generalista. No sé si eso ha sido una ventaja. He intentado convertirlo en algo positivo, pero no siempre ha sido fácil. Por eso, reconozco y siento como propia la desazón de los que navegan aguas turbias. Ricas y llenas de nutrientes, pero turbias.

 

Es difícil dar consejos porque la trayectoria vital es personal e intransferible, pero hay algo que me parece útil al mirar con perspectiva el camino recorrido: no dejar que la ausencia de definición nos paralice; que el hecho de no tener el futuro perfilado no nos impida entregarnos al presente, que el no poder definirnos no nos impida actuar con la incisión de quien lo tiene claro. En definitiva, no habrá nada que defina el futuro y a nosotros en él, tanto como la vivencia intensa de los sucesivos presentes a los que nos entreguemos.

 

Feliz viaje!

Comunidades de Práctica y Equipos de Innovación en el Gobierno Vasco

logo_PipHace unas semanas tuvo lugar el inicio y la presentación de uno de esos proyectos por los que vale la pena dedicarse a esto de la consultoria.

Todos los proyectos son importantes y todos los clientes igual de respetables, pero a veces se dan tantas condiciones favorables para la creación de un buen ambiente, el compromiso personal con un reto y la complicidad entre un equipo, que sencillamente, da gusto.

En el Gobierno Vasco llevan tiempo pisando fuerte para tranformar la Administración tanto en sus procesos internos como en su relación con el ciudadano, según los ejes que definen su Plan de Innovación Pública (PIP):

  1. Administración abierta e innovadora. Principios del gobierno abierto: transparencia, participación y colaboración
  2. Pleno desarrollo de la Administración electrónica. Un mandato legal y una apuesta de futuro.
  3. Eficiencia, más por menos. Una Administración más eficiente: que funcione mejor y cueste menos.


Podéis ver la presentación PIP en este post y seguir su desarrollo en el blog al que pertenece.

Es en este marco dónde se plantea el proyecto de Diseño e implantación de un programa de Comunidades de Práctica y Equipos de Innovación en el Gobierno Vasco.

El proyecto se presentó el pasado 23 de marzo en el salón de actos de Lakua II, en Vitoria. Podéis ver la crónica que Julen Iturbe, el «componedor» del equipo de trabajo que daremos forma al programa, hizo hace unos días en el blog del PIP.

Desde entonces, una banda formada por Iñaki Ortiz, Alorza, Jose Ramón Guinea, Juan Luis Ronco, David Sánchez Bote, Jon Sáez, Naiara Pérez de Villarreal, Ikuska Sanz, Amalio Rey, Odilas y Julen Iturbe-Ormaetxe vamos afinando los instrumentos y trabajando para poder ofrecer a todas las persona involucradas en el plan, el concierto que se merecen.

Pero no haremos nada bueno y útil si no abrimos bien las orejas y escuchamos a todo el que pueda aportarnos algo. Hay muchos canales para esta conversación. Uno de los más activos es el grupo de Linkedin, dónde Naiara coordina las «discusiones» que se dan sobre el PIP en general y sobre este proyecto en particular y dónde David ha publicado dos artículos, uno sobre las bondades y otros sobre las barreras de estos sistemas que queremos abordar.
Así que como dice Juan Luis, esperamos muchas gotas para construir olas (mala metáfora en estos días, me temo) que hagan mares.

Os dejo aquí, aunque ya está publicado en los distintos espacios que he ido referenciando, el video de Juan Luis Ronco, precioso, sobre la presentación que hicimos.
Gracias JL!

y si le tenéis muchas ganas al tema en Irekia, está la película en versión completa.

Seguiremos contando.